Hoy tendría 121 años esta escritora y ensayista nacida en Buenos Aires el 7 de abril de 1890 (murió el 27 de enero de 1979). En su ensayo de 1936 titulado La mujer y su expresión, la escritora reflexionó acerca de la marginación de las mujeres en el contexto patriarcal y sobre su dificultosa relación con la cultura moderna, aspectos que de algún modo sintetizan el problema de la búsqueda de una expresión femenina autónoma. Ella definió ese estilo de escritura al que aspiró como un modo dialógico, que incorporó la palabra ajena en el discurso propio, diferenciándolo de la expresión monológica que sería propia de los varones en una cultura androcéntrica.
En sus relatos, las dificultades que suponen configurar una expresión propia de las mujeres las utilizó y así mencionó la falta de una educación formal, de libertades y de una tradición literaria femenina en la cual sustentar una escritura. En particular, le pareció decisiva la carencia de referentes dentro de la literatura, y quizás por ello sus textos ponen en evidencia el deseo de establecer diálogos y alianzas con distintos sujetos. En sus libros cita en muchas ocasiones a escritoras como Jane Austen, Elizabeth Barrett Browning, George Eliot y las hermanas Brönte (en especial Emily).
En su último libro, la décima serie de Testimonios, publicado en 1977 cuando Ocampo ya contaba con casi 60 años de carrera literaria, declaró: «Mi solidaridad con la causa de la mujer nació, como en Indochina el anticolonialismo de Malraux, ante la injusticia y el sistema de opresión padecido y presenciando en todo lo que abarcaban mis ojos y mi entendimiento desde casi la infancia... mi repudio de la injusticia y del atropello desaprensivo despertaban en mí una vigilancia suspendida sobre cualquier enamoramiento o ternura, resuelta a guillotinarlas si traicionaban mi causa.»
jueves, 7 de abril de 2011
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